sábado, 11 de febreiro de 2017

La música ocasiona el mismo tipo de placer que el sexo o las drogas

Placer asegurado
Según una investigación, la música resulta placentera gracias a los opioides naturales que se generan en el cerebro al escucharla, y que también se producen cuando se come o se tiene sexo



A veces podemos escuchar una misma canción decenas de veces seguidas sin cansarnos. Cerramos los ojos y disfrutamos de la música como si casi se pudiera tocar. No importan los gustos personales, la música es capaz de generar profundas emociones y de proporcionar placer. Muchos científicos reconocen su valor universal, social y cultural, pero aún no se sabe cómo surgió o cuáles son todos los mecanismos biológicos esenciales para crearla o simplemente disfrutar de ella. También existe el enigma de cuál pudo ser la función que llevó a la música a convertirse un fenómeno característico de los humanos a lo largo de la evolución.

En el laboratorio de Percepción Musical, Cognición y Pericia de la Universidad de McGill, en Montreal, Canadá, llevan más de dos décadas trabajando en este tipo de cuestiones. Tal como han concluido en un artículo publicado este miércoles en «Scientific Reports», el placer musical es generado por los mismos mecanismos cerebrales que generan la sensación de satisfacción relacionada con el sexo, las drogas y la comida: el sistema cerebral de los opioides.

«Esta es la primera demostración de que los propios opioides del cerebro están directamente relacionados con el placer musical», ha dicho el psicólogo Daniel Levitin, primer autor del estudio.


Otros investigadores ya señalaron que un medicamento conocido como naltroxeno, que bloquea algunos de estos receptores de opioides, era capaz de atenuar las sensaciones positivas y negativas provocadas por varias actividades. En esta ocasión, el equipo de Levitin quería verificar que esto también ocurre al escuchar música, para comprobar si los mecanismos cerebrales implicados son los mismos o no.

En esta ocasión los científicos han comprobado que sí, que el naltroxeno puede bloquear el placer musical, por lo que han concluido que «los opioides endógeneos (sustancias producidas en el cerebro y que pueden generar placer o calmar a una persona) son críticos para experimentar emociones positivas o negativas al escuchar música».

Oír música sin placer

Para averiguar el papel del sistema de los opioides en la música, los investigadores usaron un medicamento capaz de «inutilizar» temporalmente los receptores opioides del cerebro, y que por eso bloquea la generación de placer (anhedonia). Al suministrar este medicamento, llamado naltrexona, observaron que los participantes en los experimentos decían sentir menos placer al escuchar su canción favorita, pero no la cantidad de placer que sentían antes de escucharla (esto se conoce como anticipación).

«Las anédcotas y las impresiones fueron fascinantes», ha dicho Levitin. Por ejemplo, uno de ellos dijo que una de sus canciones favoritas «no parecía ser como solía ser», y otro que «su canción sonaba bonita, pero que no le decía nada».

De acuerdo a lo predicho por estudios anteriores, la dopamina también está también relacionada con el placer musical, tanto en la anticipación como en el placer que se siente en el momento. Pero Levitin explica que «los receptores de los opioides tienen un papel crucial en nuestras respuestas emocionales a escuchar música», aún más que la dopamina.

En todo caso, la base biológica del placer musical sigue escondiendo muchos enigmas. Por ejemplo, Levitin ha explicado que se sospecha que si nos hartamos de una canción podría ser porque el sistema de los opioides se hubiera habituado a un estímulo, aunque esta hipótesis aún no se ha verificado.

¿Cuál es la función de la música?

Según estos investigadores, el propósito de estas investigaciones es tratar de «entender mejor las rutas químicas asociadas con el placer musical, y así conseguir una visión más rica sobre la evolución biológica de la música».


En definitiva, desde hace mucho tiempo, los científicos se preguntan cómo pudo surgir un fenómeno como la música. «No supone un claro beneficio para la supervivencia», ha recordado el investigador, como sí lo tienen la comida y el sexo. Y, aunque comparte los mecanismos biológicos implicados en las drogas, los receptores de los opioides, la música «no ni tiene las mismas propiedades adictivas».










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